jueves, 8 de abril de 2010

HAITÍ COMO PESADILLA Y LA RESPONSABILIDAD DOMINICANA




ARTIGO PARA MUNDO OBRERO.


Rubén Pérez Correa*

En 1963 el escritor Graham Greene visitó por primera vez Haití para documentar en campo su novela “Los Comediantes” que pretendía ambuientar en el país caribeño durante la terrible dictadura de Papa Doc Duvalier y sus sanguinarios Tomtom Macoute.

El escritor, horrorizado de lo que vió en el país, remite en esos días una carta al Sunday Telegraph que tituló “República de Pesadilla” en la que asegurada que "Ha habido muchos reinados del terror en la historia de la humanidad. Algunos surgidos de un idealismo que se pervierte, como el de Robespierre, otros dirigidos con fanatismo contra una clase o una raza, y se han apoyado en alguna filosofía perversa; el terror nunca ha sido algo tan desnudo e innoble como aquí... y en el centro, por supuesto, en su traje negro, sus pesados lentes, su lento caminar y su lento hablar, el cruel y absurdo doctor".

Lo absurdo ha seguido guiando los destinos de Haití desde sus jóvenes inicios como república independiente, pero aquí nadie lo sabía. De repente los medios y tertulianos nos tienen que informar de donde está el país (que muchos sitúan aún hoy en África), nos ilustran con su historia de “pesadilla” desde su temprana independencia, y sobre todo, nos muestran un Haití salvajista que no es capaz de asegurarse su supervivencia cuando se desmorona su frágil sistema político, mostrando saqueos y desórdenes en los repartos de ayuda humanitaria rotulada con grandes banderas norteamericanas y con la cara del presidente dominicano Leonel con su mágnifico lema “e pa´lante que vamos”

Pero para desgracia de algunos, (que no se privaban antes del terremoto de airearlo: véase Obispo de Santiago de los Caballeros y su teoría del muro de contención inmigratoria en la frontera de Haití) el país de pesadilla comparte cientos de kilómetros de frontera con la República Dominicana. Los que en la facultad hemos estudiado algo de demografía humana sabemos que cuando países con iguales condiciones económicas comparten fronteras en fenómeno migratorio se diluye, se ordena de forma casi natural y forma parte de la anécdota turística (como los movimientos entre canadienses y norteamericanos) pero cuando el tercer país más pobre del mundo comparte sus únicos límites terrestres con otro más rico la cosa cambia radicalmente. No había valla, policía fronteriza o muro que detuviera la salida desesperada de haitianos antes del terremoto. Ni por supuesto tendrá la administración dominicana una receta mágica ahora que las cosas son radicalmente más difíciles para los haitianos.

Pero me mojo. Aún a riesgo de que Mundo Obrero tenga que polemizar con las cartas de tono patriótico dominicano que puedan llegar de residentes de este país en España. La República dominicana ha de asumir su responsabilidad en el problema actual y pasado de su vecino. Una notable parte de su policía permite y fomenta el tráfico de personas, que tantos réditos económicos da cuando el soborno se hace efectivo (en torno a los 1500 pesos que cobran a los emigrantes haitianos ilegales) y que revierte, cuando se anuncia la captura y expulsión de los mismos, en un rédito político porque muchos ven como la expulsión de “traficantes, delincuentes infantiles y juveniles” como un logro de que el sistema de seguridad nacional y sus cuerpos policiales actúan con contundencia. Lo que hacen es perpetuar el negocio porque esos expulsados volverán a entrar y a pagar de nuevo la “tasa”.

Haití y sus emigrantes sostienen desde años partes importantes de la economía dominicana, sobre todo los sectores azucareros, del cacao, el tabaco y, más recientemente la construcción, donde miles de haitianos trabajan en condiciones de pura explotación. (¿a que nos suena esto a muchos españoles y marroquíes, peruanos, senegaleses...?) para el pujante sector inmobiliario dominicano.

El entramado constitucional dominicano ha creado la figura de “residente en tránsito” que eleva a la categoría de limbo la presencia de más de un millón de haitianos en la R. D. y les priva de servicios sanitarios o educativos más básicos. Es como si a los miles de dominicanos en España les decimos que como están en “transito” y no pueden acceder a un hospital en caso de necesitarlo o un centro educativo para sus hijos nacidos durante ese “tránsito” que por lo que se ve en los barrios humildes de Santiago puede durar hasta varias generaciones.

El gasto sanitario y social que alude el gobierno dominicano de un 33% solo en la comunidad haitiana emigrante. Ya de dudosa realidad es que el otro 67% del gasto realmente este dando cobertura a la propia población dominicana de manera eficiente, como para asegurar que los haitianos ponen en peligro la estabilidad del peculiar estado de bienestar en R.D. La UNICEF ha venido utilizando como referencia de los indicadores del desarrollo infantil esencial la tasa de mortalidad de menores de 5 años (TMM5)[1]. Este método es ilustrativo porque toma en consideración aspectos múltiples como nivel de escolarización, el índice de calorias per cápita, el número de médicos por cada 1000 hab. Además de ponderar el P.I.B. en base a criterios de acumulación de riqueza en segmentos pequeños de población. Bajo esa referencia el mismo informe evidencia en la República Dominicana serias permanencias de déficits en los indicadores TMM5.

La tasa de mortalidad infantil en menores de 5 años coloca a la RD en el puesto 73 de los países con indicadores más elevados, manteniéndose tasas de asistencia escolar infantil por debajo del 80%.[2] Paralelamente a esto, los datos obtenidos de los informes elaborados anualmente por la CEPAL arrojan un saldo preocupante de niveles de pobreza, especialmente en los tramos de edad de mayor riesgo de exclusión social. Más del 55% de la población entre 0 a 12 años y el 49% en edades comprendidas entre 13 y 18 años es pobre.

Es esto responsabilidad de los “ciudadanos en tránsito”?

En cuanto a los niveles de pobreza infantil se constata un problema real de escolarización. El censo elaborado por la OFICINA NACIONAL DE ESTADÍSTICA en 2002 reportó que el 15.7% de los niños y las niñas de 6 a 13 años no asistía a la escuela. Esta situación todavía es más aguda en las edades de 6 a 9 años. En la educación media solamente el 36.8% de los varones y el 51.9% de las niñas de 14 a 17 años asistía a la escuela. De igual modo la tasa de matriculación/asistencia a la escuela que maneja la UNICEF arrojan que el 22% de los alumnos matriculados en enseñanza primaria en la República Dominicana no asiste regularmente a clase[3].

Seguro que para algunos estos siguen siendo responsabilidad de los “ciudadanos en tránsito”.

El racismo institucional que tan bien inyectaron Trujillo y Balaguer, el chivo expiatorio del haitiano para explicar los problemas del país sigue estando muy presente en el día a día dominicano. La expresión más elaborada es identificar Haití como un país pecador que abandonado por la fe se entrega al vudú y al robo. Es incluso habitual oír como se teme la invasión haitiana de nuevo (R.D. estuvo bajo mandato haitiano entre 1822 y 1844 y es el único país latinoamericano que celebra su día de la independencia no de España sino de la ex-colonia francesa).

Las nuevas generaciones de dominicanos tienen que romper esta inercia enfermiza, que un niño de 6 años que limpia botas en la calle sea socialmente identificado con un delincuente no augura un futuro de país muy integrador. Porque primero serán los haitianos pero luego los miles de parados dominicanos que está generando el cierre de las empresas con relaciones textiles preferenciales con EEUU ante el empuje textil asiático.

La clase política dominicana ha de cambiar, es hora de que nuevos agentes ocupen sindicaturas, parlamentos y senados. Posiblemente el futuro de la isla no sea la formulación actual de dos países sin conexión, sino una confederación que comparta muchas cosas, pero esto es un debate a todas luces hoy imposible. Pero alguien tendrá que abordarlo. Porque como dice Sami Naír “vendrán por miles” mientras existan condiciones que empujen a los haitianos a escapar de la república de pesadilla que la historia y 30 minutos de temblor de placas tectónicas han construido.



* Miembro del Comité Federal del PCE y coordinador local de ESQUERDA UNIDA en Vigo

[1] Sobre el TMM5: http://www.unicef.org/spanish/sowc09/docs/SOWC09-Table-10-ESP.pdf
[2] Tabla de Indicadores: http://www.unicef.org/spanish/sowc09/docs/SOWC09-Table-1-ESP.pdf
[3] UNICEF, Estado Mundial de la Infancia, 2009. Nueva York, 2009.

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