http://www.elmundo.es/mundodinero/2010/04/25/economia/1272202660.html
Nos engañaron
A toda una generación. Nos vendieron que la lucha de varias generaciones anteriores se había quedado soterrada por los cascotes del muro de Berlín. Hasta crearon nuevos gurús como Francis Fukuyama que nos dijo que con el triunfo del capitalismo nos acercábamos al fin de la historia y con el, el fin de los cambios bruscos.
Nos dejamos vencer
Empezamos a hacer del individualismo una fé. Empezamos a competir en la fábrica con el compañero de enfrente. A no prestarnos los apuntes en la facultad. A subir a chivarnos al jefe de un compañero antes de hablar con el delegado sindical. Echamos otra capa de adoquín y asfalto sobre la arena de playa que nuestros padres buscaban en 1968.
Nos convertimos a su credo
Nos dijeron que teníamos que formarnos más para ser productivos y competitivos Hicimos de estupideces como el coaching verdades de fé. Engordamos curriculums con cursos inútiles. Pagamos masters a base de créditos de nuestros padres. Aceptamos ser corredores de fondo permanentes en la carrera por un puesto de trabajo bien remunerado.
Hoy leo asustado el suicidio de una joven inglesa después de perseguir el dorado de un empleo durante 2 años y más de 200 entrevistas. En su misiva de despedida a sus padres decía “Es sólo que no quiero ser yo misma por más tiempo”
Estos hijos de puta que nos han engañado, los que han metido a una generación en el fango de las hipotecas, el trabajo precario y la despersonalización han conseguido sibilinamente, de manera magistral lo peor de todo, lo más mezquino: hacernos pensar en que la culpa es nuestra.
Veo a esta chica sonriendo en la foto de la prensa, y veo a muchos de mis amigos en paro o precarizados que a lo mejor piensan que no encuentran trabajo por su culpa.
A toda una generación. Nos vendieron que la lucha de varias generaciones anteriores se había quedado soterrada por los cascotes del muro de Berlín. Hasta crearon nuevos gurús como Francis Fukuyama que nos dijo que con el triunfo del capitalismo nos acercábamos al fin de la historia y con el, el fin de los cambios bruscos.
Nos dejamos vencer
Empezamos a hacer del individualismo una fé. Empezamos a competir en la fábrica con el compañero de enfrente. A no prestarnos los apuntes en la facultad. A subir a chivarnos al jefe de un compañero antes de hablar con el delegado sindical. Echamos otra capa de adoquín y asfalto sobre la arena de playa que nuestros padres buscaban en 1968.
Nos convertimos a su credo
Nos dijeron que teníamos que formarnos más para ser productivos y competitivos Hicimos de estupideces como el coaching verdades de fé. Engordamos curriculums con cursos inútiles. Pagamos masters a base de créditos de nuestros padres. Aceptamos ser corredores de fondo permanentes en la carrera por un puesto de trabajo bien remunerado.
Hoy leo asustado el suicidio de una joven inglesa después de perseguir el dorado de un empleo durante 2 años y más de 200 entrevistas. En su misiva de despedida a sus padres decía “Es sólo que no quiero ser yo misma por más tiempo”
Estos hijos de puta que nos han engañado, los que han metido a una generación en el fango de las hipotecas, el trabajo precario y la despersonalización han conseguido sibilinamente, de manera magistral lo peor de todo, lo más mezquino: hacernos pensar en que la culpa es nuestra.
Veo a esta chica sonriendo en la foto de la prensa, y veo a muchos de mis amigos en paro o precarizados que a lo mejor piensan que no encuentran trabajo por su culpa.
Y me invade una angustia terrible.
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